domingo, 9 de octubre de 2011

Quiero...

Quisiera que mi carácter, mi forma de ser, fuese diferente, distinta...

Me encantaría ser mejor, que cada cosa, acción, palabra, indujera al amor, a la paz, a la reconciliación... Que de mí emanara el deseo de Dios entre las personas que me rodean...

Me encantaría ser mejor pololo, mejor responsable de mi comunidad, mejor hijo, mejor trabajador, un cristiano total...

Pero cada día tropiezo con ese yo, que tanto odio, ese yo tan egoísta, tan visceral, violento... Solo sirvo para arruinar las cosas, para destruir lo poco que se ha levantado, para sacar lágrimas de rabia y dolor a quienes necesitan de mí un consuelo, una voz que les pueda apoyar.

Y pienso: por qué Dios me pone en el mundo, en una existencia concreta de la vida, si solo -contra mi voluntad-, si solo hago mal?? San Pablo hablaba de "querer hacer el bien, pero terminar haciendo el mal"... Y me siento demasiado identificado con esta frase.

Mi corazón es un corazón débil, pecador, que sólo está influenciado por el mundo, la carne, y donde el demonio pone la cola... Batallo incansablemente para hacer retroceder el mal, pero termino dando pábulo a que todo termine en la más estrepitosa ruina.

Qué hacer, Dios mío?? Digo esto sólo porque soy un perfecto egoísta, que se mira y se considera casi como el centro del universo??

Señor, ayúdame, Señor...