Difícil resistirse a gritar, a pedir explicaciones, a mandar todo al carajo, incluso la fe... Gritar a los cielos y exigir las explicaciones, a caer en rebeldía, a desafiar y pronunciar las palabras que tantos, en toda la historia, ha salido de esos labios: Por qué?
Por qué? esa pregunta tan capciosa, tan inverosímil pero tan común, tan dura, tan dolorosa... quisiera y queremos tener todas las respuestas del mundo, para poder calmar el alma, para poder exclamar ese suspiro de alivio. Pero nada es fácil, y no tener esa respuesta es propio del amor que Dios nos tiene, ese amor que no entendemos, porque es mayor, y a nosotros nos falta tanto por tener una gota en nuestro corazón de aquéllo. No puedo, no puedo entender.
La voluntad de Dios se escapa a nuestro entender, no puedo expresar un por qué en este minuto, ya que sólo saldrán lágrimas, gritos, violencia. Odio a todo lo que me rodea, en especial a esa mentalidad que tiene a la educación convertida en privilegio (muy mal aprovechado) del poderoso, del que tiene dinero, del soberbio... Odio, ganas de patear todo a mi paso. Destruir!
Sólo quiero, en estas horas oscuras de mi vida, recibir una, una sola respuesta por parte de este Dios... PARA QUÉ. Mi consuelo sería total de saberla.
Pero hoy, y quizá por mucho tiempo, el duelo.