domingo, 4 de noviembre de 2012

El "mandamientos" (Mc 12, 28-34)


El Evangelio propuesto en este domingo es bastante curioso, a mi juicio... Vemos a un escriba, hombre conocedor de la Ley, la Torá, parte de esa élite detentora del tesoro de la escritura y la lectura. Por ende, un hombre altamente instruido, y con espíritu altamente teológico.

Este escriba no tiene el carácter "pillín" de Lc 10, 25-28, el cual, no contento con la respuesta que veremos a continuación, le entabló otra duda, la cual daría origen a la parábola del Buen Samaritano. No, éste era un hombre que se había maravillado ante las respuestas de Cristo ante cuestiones anteriores (El tributo al César, la resurrección de los muertos, Mc 12, 13-27), y quizá, con un poco de malicia, desconfianza, maravilla, o las ganas irrefrenables de aclarar algo que lo corroía (o simple curiosidad) le formula una duda.

La pregunta decía así: "¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?".

Y, claro, uno se preguntará que cómo un hombre conocedor de la Ley, cumplidor y estudioso de ella, realiza tan, por decirlo menos, curiosa pregunta. Quizá sea producto de una reflexión, la cual estaría confirmada al final del episodio... Por eso, esperemos la respuesta de Jesús!

Y fue ésta: "El primero es: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tus fuerzas" (Vs. 30). Las palabras del Shemá, la declaración solemne de fe del pueblo hebreo, resonó fuerte, clara. Interesante ver que se agrega el trozo "con toda tu mente", ausente en el Deuteronomio 6, 4. Cristo lleva a plenitud la entrega de amor, cubriendo todos los espacios vitales del espíritu humano, como respuesta ante este Dios que salva y que se presenta en carne ante los Hombres, que lleva el Reino de paz, amor y justicia a los rincones más inaccesibles de la geografía, la física y la del alma.

Pero no termina, Jesús nos tiene otra: "El segundo es: amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Vs 30a)

El prójimo!! El que tienes al lado, el que sufre, el que está en aflicción, el pecador, aquél que te martiriza, tu enemigo... Todos ellos son los prójimos, los otros Cristos, los que se manifiestan en diversas formas... estamos llamados a amarlos, a amarlos de verdad, sin ver esto del "mandamentum", de la ordenanza jurídica, de la orden que debe ser cumplida. Amar es una gracia, un don que llega con la fe, y llena y colma las demás virtudes que poseemos, les da un sentido.

Dios es amor, y, como leí, el amor es Dios. Y ambos mandamientos son, a la verdad, uno: "No existe otro MANDAMIENTO (sí, en singular), mayor que estos" (vs. 30b)... Uno no puede ir separado del otro, nadie puede decir "amo a Dios" si no es capaz de amar al semejante, a su próximo!! El amor es expresión plena, absoluta, que cruza cielo y tierra. Nadie ama a Dios si no abandona el individualismo, y no escucha y observa los signos de los tiempos, las miserias espirituales y materiales de miles. Es más: al amar al prójimo, se acerca y ve en esa expresión el amor a Dios, con todo lo que contiene y entrega.

Amor, mayor que todos los ritos, sacrificios, ofrendas y holocaustos, reglas y exacciones... Esas es la conclusión del escriba, repitiendo nuevamente la frase del Shemá. No nos quedemos, pues, pensando en agradar a Dios cumpliendo votos: el vivir la vida de la Iglesia no es para sí, sino como respuesta plena de ese amor que se manifiesta sacramentalmente, y en forma limitada, en nuestra realidad terrena, y que se vivirá a concho en la plenitud de los tiempos, en el Cielo.

Entreguémonos, pues a este amor, amor que es capaz de dar la vida por todos, incluso por aquéllos que no lo merecen, para estar menos lejos del Reino (cf Mc 12, 34), es decir, para estar en el completo seguimiento de Jesús.

La paz.-




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