Cuando se intenta desvincular la vida espiritual de la vida de cada día, se hunde en el vacío de verse trascendente, pero sin entregar de su humanidad al resto de las personas. En pocas palabras, nada sacamos con separarnos en el espíritu, si no aceptamos nuestra dignidad de hombres concretos, que viven una realidad concreta.
así, somos más cercanos a Aquél que nos amo...
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