jueves, 20 de noviembre de 2014

El Amigo y la Paloma

Se abrieron una mañana las alas introitas,
de un amigo y de una paloma,
los cuales sacrificaron el ensueño de famas,
se hicieron un canto y himnos
para el mañana.

Se separaron de la tierra y se hicieron un presagio,
se encontraron cara a cara con la vida que se hizo la muerte,
no permitieron más barbaridades,
se pusieron a pensar un estaño y un bronce
y parece que les fue muy bien.

Las capitales se abrieron como un extraño
caldo de cultivo para el odio y la
personalidad, pero no debían salirse con la suya
los espaciosos espasmos de esas urbes de fango,
solo la ciudad se enmudeció, cuando
estos amigos de todos, hablaban de la verdad y el
amor que se perdió en el charco hacía ya rato,
como el charco que se formó en mi ser, cuando vi
la vida volar y con ella, mi vida.

Pero no todo es tan bello, no todo se volvió un sueño,
la pesadilla se encargó de borrar al
amigo y la paloma, se encargó de que pasaran los años,
y los borrachos de hoy se encargaran de los ebrios de antaño,
de odio, pero parece que es contagioso y penoso,
como el charco que inunda mis ojos, cuando pienso en
el viejo comunista de Manuel.

Los amigos se dieron el último abrazo, como cuando jugaron la
última pieza del ajedrez, y volcaron sus cuerpos ajados
a tan corta edad, a la muerte
y después de ella, al espíritu de la convicción
de que todo era perfecto y nada trabante.

Me parece que nunca fueron encontrados, pero su incólume presencia
está en los mundos que se entretejieron
y sirvieron de puente y consuelo
para aquellos que les
sobrevivieron y siguen

caminando a las capitales.

(14/02/2010)


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