la rota ciudad, con la bicicleta
compañera inmutable, de verdad,
rodante implacable y temor de
quienes hacen el culto al
humo de sus complejos
autos enormes de marcas norteamericanas,
que parten y devoran sangre de niños
sirios
y de otras visitas del Tío Sam.
Volar en esa montura de libertad, de esas ruedas algo
lesionadas, pero con los cascos fieles, para rodar
rodar
rodar
rodar
rodar.
Porque me persiguen y llevo dentro un tesoro,
quiero reír, y tú me llevas lejos, ante la majestuosidad
de ese cuerpo de agua, agua
pura
pura verdad, dolor y esperanza.
Y ahí estamos, sentados, esperando la estrella, hablando con
las estrellas, con las paradojas en acción.
Gracias por circunnavegar esta ciudad de otoños permanentes.
pero
estás en silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario