Cuando me pregunto
qué siento,
la verdad es que me contradigo.
Es lluvia con sol, frío y frío,
como el agua de ese río, el río
de la sangre de mi herida mortal.
Sólo pido esperanza y la bicicleta,
porque no sé si siento, si siento el mañana,
y lo siento.
Es el perdón el que siento, pero presiento
algo. Sería
esa
llamada.
La noche del viernes.
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