Nunca conocí a Hernán. Era de Santiago, un bombero casado y con dos hijos, trabajador del MOP. Un voluntario que donaba su tiempo al combate de las llamas, donde se le llamara. Eso lo dijo la prensa. También supe que murió.
Murió en su puesto, con las botas bien colocadas, dando la vida por una familia que se pudo salvar. Era su misión, su objetivo, y lo logró. Un héroe, como los de antaño, de esos de muerte no vana, porque desprecian la muerte, la aborrecen. Aman tanto la vida, que su fragilidad pasa a un segundo plano.
El fuego inunda el país. Cientos de hectáreas son arrasadas por el paso cruel e ígneo de un elemento al cual temo, en lo personal. Familias quedan sin casas, pueblos completos quedan atrapados, cientos ven con desesperación perder sus vidas, enseres, animales. La misma desesperación con la cual cientos de bomberos y voluntarios tratan de apaciguar las indomables y salvajes estelas de un fuego criminal.
¿Quién tiene la culpa de esto? Hay varios responsables, por diversas razones, igual de graves:
- El descuido de todos, al encender mal una fogata, lanzar una colilla de cigarro al pasto, al realizar una quema agrícola... Pero, en esta coyuntura, el culpable parece ser, a las claras, la piromanía de ciertas gentes que, en el gozo enfermo de ver todo arder, dan partidas a las tragedias que están sucediendo. Ellos mataron a Hernán, sólo por sentirse imponentes ante el más temible de los elementos.
- Se habla de tragedia ecológica sin precedentes. Seamos serios: la tragedia ya partió hace décadas, con una política de destrucción masiva del bosque nativo y su reemplazo por el monocultivo de pinos y eucaliptus, los que han secado y acidificado la tierra. Estos árboles tienen elementos químicos que exacerban el fuego, lo avivan. Pero esas cosas son nimiedades al lado de los suculentos recursos de las tres familias controladoras del bosque... Bosque! pero eso no es un bosque, es una plantación, un cultivo de pan para hoy, hambre y fuego para mañana (o para hoy también). Todo esto, con el alto auspicio del estado de Chile, adivinen desde cuando.
- Un estado chileno que es cómplice de este generoso obsequio a las forestales, y que además carece de elementos de lucha eficaz para este tipo de desastres. La prevención y lucha contra los incendios forestales no son una política de estado! Y seamos serios: no es culpa de Bachelet. Simplemente ha sido continuadora de un olvido de años, desde Aylwin en adelante. La negligencia trasciende gobiernos, y no hay muchos visos de mejorar.
Veía en la tele las angustias y pesares de tantos habitantes, viendo con impotencia como todo se hacía cenizas. Claro, también esto con bastante discernimiento, tomando en consideración la atracción por el morbo de la tv chilena, gozadora de los puntos del rating, sin importar ver llorar y desgarrarse a las familias. Basta también de esta canallada.
Pensemos en ellos, en tantos que hoy no se van a dormir por salvar la vida, producto de tantos responsables que han dejado un daño terrible y, en muchos casos, irreparable.
Pensemos en la responsabilidad para con la casa común, nuestra tierra... ¿Tendrán que seguir ocurriendo estos horrores para tomar cartas y dejar de lado el egoísmo neoliberal y el dinero fácil que destruye nuestro planeta?
Y pienso en la vida de Hernán, cortada en sus 27 años. Cuántos más tendrán que partir? Pero el no partió. La nobleza de él y de los voluntarios que pelean la batalla contra las llamas los hace inmortales. Cuánto les debemos!
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